Soy un payaso. Lo reconozco. Me entusiasma el humor y hasta escribo monólogos (no es por presumir, pero he ganado concursos con ello). A la hora de escribir este blog tuve claro que debía hacerlo lo más ameno posible y, en la medida adecuada, distendido y ágil para no aburrir al posible lector.
Digo todo esto porque puede haber - no lo sé, a mí me lo han sugerido - gente que leyendo el blog se haga a la idea de que somos unos pringados. Bien, pues no lo somos. Quiero decir... no podemos presumir de nada, pero tanto Santiago, como Tomás, Iván y yo (y quizás el que suscribe sea el que menos) llevamos cinco, seis, diez años o más dedicados a este mundo en distintas facetas.
Santiago trabajaba en la producción de largometrajes en Venezuela y Uruguay y recientemente estuvo también en la producción de un largometraje con Tristán Ulloa; Iván hizo labores de meritaje durante años en una productora y también estaba en el equipo técnico de películas como Slam; Tomás cursó estudios de dirección en la escuela de cine Metrópolis y ha escrito, dirigido y producido varios cortometrajes. Y yo... bueno, pues ya he ido contando algunas cosas.
Mi intención era ir desglosando poco a poco los méritos y miserias de cada uno, pero bueno... tampoco viene mal un poco de subida de ego.
No somos unos pringados. Somos idiotas. Pero eso, a nivel profesional, no influye mucho. O, dicho de otra forma: dentro del mundo audiovisual, nuestra idiotez no desentona con la del resto.
Y nadie, a día de hoy, puede decir que no nos tomemos nuestro trabajo en serio. Que tengamos sentido del humor y poco sentido del ridículo es otra cosa muy distinta.
Dicho queda.
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