domingo, 25 de mayo de 2008

EL LATIGO Y EL SOMBRERO


Conseguí el trabajo a través de Damián, que a su vez lo había conseguido de Santi Senso.
Un centro comercial en Pinto, con cuatro escenarios repartidos por el centro recreando algunos escenarios de las películas de Indy. Yo estaba en un lugar de nombra tan grandilocuente como "La ciudad perdida", que en realidad era un castillo hinchable para que los niños se entretuviesen desnucándose.
Damián era el malo que te hacía cantal y bailar en "La mina" y otros dos compañeros eran el profesor de universidad y la sexy exploradora. Todo el elenco, por supuesto, aspirantes a actores -aunque actuar, lo que se dice actuar, tampoco era -.
Como ya dije en el anterior post, no era cuestión de dinero. Al menos para mí. Y es que... ¿quién podía resistirse a lucir el látigo y el sombrero? El sueño de mi vida hecho realidad.

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